Una vez vi un ángel.
Era transparente, translúcido. Era como ver el sol cuando estás sumergido bajo el mar y abres los ojos, aunque sabes que te escuecen por la sal, pero lo soportas para vislumbrar esa tenue belleza por unos instantes. Reflejos ondulados con el color del verano, y olía a lo que huele el frío, ese olor tan puro que te congela dulcemente las fosas nasales limpiándote por dentro. Sí, así lo recuerdo. Era cristal líquido, vapor de perla. Más dulce que el terciopelo y más embriagador que las rosas en plena primavera.
Cómo describir lo indescriptible, cómo descifrar los misterios de lo inhumano con palabras humanas.
Vi un ángel, te vi por fin en tu interior. Mis ojos olvidaron tu cuerpo físico y la ciencia dejó de existir. Traspasé tus pestañas, tan largas, tan largas. Me hundí en tu iris y me ahogué en las oscuras aguas de tus pupilas, hasta ver el reflejo de las mías y entonces, entre tanta oscuridad, contemplé tu alma. Se mostró ante mi y comprendí que jamás volvería a ver nada tan bello hasta el día que cierre los ojos y vuele junto a ella.
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Sé que te prometí un poema pero me ha surgido en prosa. Espero que no te resulte demasiado cursi, a mi no me lo parece.
Te amo <3>