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2.02.2010

Contemplaba las luces y sombras que se forjaban en el techo de aquella anaranjada habitación. Tumbada en la cama, con un pijama a rayas holgado, se preguntaba qué estaría haciendo él en la habitación de al lado. Se había inventado cientos de excusas absurdas para llamar a su puerta pero no se sentía capaz. El pelo largo chorreaba por la colcha, y un suspiro se le escapó mientras cerraba los ojos. Dejó muertos los brazos sobre la almohada, a ambos lados de su cara, y su cuerpo comenzó a relajarse, aunque su mente no paraba de buscar una idea brillante que la hiciera saltar de la cama y atravesar la estancia. Cuando el cansancio del día comenzó a apoderarse también de su mente, unos golpes en la puerta le hicieron abrir los ojos. Lentamente se dirigió hacia ella, puso una mano sobre el pomo y abrió lo suficiente como para ver a la persona que se encontraba al otro lado. Una tímida sonrisa iluminó su cara y dio unos pasos hacia atrás invitándole a pasar. Él a su vez entró y cerró la puerta a su espalda, sonriendo. La pregunta no logró salir de la garganta de aquella chica pues él ya la tenía abrazada con fuerza. Ella no reaccionó, se limitó a cerrar los ojos, aspirar su aroma y rodearlo con fuerza. El tiempo se paró y no supo cuándo la había besado ni en qué momento se encontraban en la cama, pero ¿acaso esos detalles importaban?

2 almas absorbidas:

Hollie A. Deschanel dijo...

No, no importan, por eso no nos damos cuenta.

¡Beso!

Assam dijo...

cuantas veces me pasa lo de estar en la cama pensando y pensando, pero no actuo... jooo pero a mi puerta no llaman. Pero weno, en mis sueños, la puerta suena y todo es perfecto, xq es mi sueño... xq no la vida es un sueño!!!