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11.02.2010

Alexandra (parte I)

Aspiró el dulce aroma de la nicotina con placer, notando el humo cálido deslizarse por su garganta hasta hacer hervir levemente sus pulmones. Abrió los labios y lo expulsó formando una pequeña nube gris, dibujando una frontera translúcida entre ella y el resto del mundo. Le gustaba sentirse aislada con su cigarrillo.

Alexandra abrió las piernas sintiendo el frescor de aquella mañana de otoño entre ellas. Su falda vaquera apenas le cubría los muslos. Llevaba unas medias de red raídas por algunas zonas, y unas bragas negras de marca. Sus piernas eran largas y muy delgadas, al igual que la parte superior de su cuerpo. Su vientre era plano, musculoso y perfecto. Su ombligo estaba decorado por un piercing de plata del que colgaba una pequeña libélula violeta. Una camiseta ceñida de tirantes lo cubría.

Dio otra calada larga, suave. Dejó escapar el humo por la nariz mientras cerraba los ojos. Ojos almendrados, de color azul pálido. Ojos de mirada perdida, misteriosos, que nunca permitían ser explorados por otros ojos.

Sus pómulos eran marcados, realzando su belleza nórdica. La tez era tan pálida que resultaba enfermiza, pero sus labios destacaban a varios metros por ser del color de las fresas.

Alexandra acabó el cigarrillo aunque no se lo quitó de los labios. Lo dejó ahí para mordisquearlo suavemente con sus dientes perfectos. Deslizó los dedos entre el césped aun húmedo por el rocío de la mañana. Su larga melena oscura, con algunos reflejos azulados, se expandía a su alrededor formando una sábana de seda.

Llevaba varios minutos con los ojos cerrados, completamente relajada cuando de pronto sintió algo pesado y caliente sobre ella, algo que le quitó el cigarrillo de la boca y que le dio un beso ardiente. Ella suspiró de placer contra la barbilla de López.

- Qué grata sorpresa… - comentó mientras se levantaba y sacudía los restos de césped incrustados en su pelo.

- Por una vez me has correspondido, ¿están bajas tus defensas inmunológicas, Alex?

- No, aun no me ha bajado la regla, pero está al caer. Así que si quieres metérmela tendrás que darte prisa.

- Esta noche no he quedado con nadie.

- ¿Ah no? ¿Ya has mandado a paseo a tu última conquista? ¿Cómo se llamaba? ¿Eric?

- No, ese fue el de la semana pasada. El último fue Guille.

- Ah sí, el latinoamericano. – rió.- Menuda pluma que tenía… no me daba muy buena espina. ¿Cómo fue en la cama, por cierto?

- Sin comentarios… por eso no he quedado con él esta noche.

Ambos se miraron y rieron con ganas. López, al igual que Alexandra, dedicaban sus fines de semana a ir a discotecas “de cacería”, y les daba igual el sexo de la otra persona, mientras funcionaran en la cama, asunto resuelto.

López era el “Don Juan” del instituto. Todo un rompecorazones, podía convertirse en tu sombra y colarse entre tus sábanas sin apenas darte cuenta. Y lo peor es que, a veces, eso se convertía en el único objetivo de muchas chicas que suspiraban al cruzárselo. Y el de muchos chicos también.

Alexandra suspiró de mala gana al oír el timbre que anunciaba la última clase del día. Se había saltado la clase de historia porque la profesora la ponía caliente y no conseguía concentrarse en el tema nunca. Aunque ¿a quién le importaba el tema? El verdadero motivo era que la cabeza le martilleaba y necesitaba un cigarrillo. Y a ella le encantaba fumárselos con toda la tranquilidad del mundo, disfrutándolos. Y así lo había hecho. Pero ahora no podía faltar a clase, así que se despidió de López con un buen intercambio de saliva y entró al edificio.

3 almas absorbidas:

Elisabeth. dijo...

muy bueno, te sigo :P

Missindiference dijo...

escribes muuuy bien :)

Cosas que te calientan dijo...

Me encanta cilla *-*
Es super e.e