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11.25.2009

Dilo.

Di que me amas. Di "te amo".
Dímelo por primera y última vez.
Solo: "te amo". No me digas cuánto.
Son suficientes estas dos palabras.
"Más que a mi salvación", dijo Regania.
"Más que a la primavera", dijo Gonerila.
(No sospechaba que mentían).
Di que me amas. Di "te amo",
Cordelia, aunque me mientas,
aunque no sepas que te mientes.

11.09.2009

En el bosque.


A cuatro o cinco metros.
Las hojas crujían.
Oscuridad.
Viento.
Su pelo rojo y de pronto un destello. Corría con todas sus fuerzas pero él le sacaba ventaja siempre.
Siempre.
Maldijo mentalmente. Alargaba el brazo y gritaba su nombre, pero el viento se llevaba las palabras a lo alto de las ramas del bosque. Corría y su pelo rojo actuaba como una capa cubierta de sangre. Él se alejaba cada vez más y el corazón le palpitaba salvajemente en el pecho por el esfuerzo. Una lágrima se perdió rápidamente entre las hojas. De pronto él se paró en seco y ella abrió los ojos sorprendida. Él sonreía dulcemente, alargó un brazo y ella lo imitó, rozando las yemas de sus dedos. La sonrisa desapareció de los labios y él volvió a correr. Ella vio cómo él volvía la cabeza y seguía sonriéndole. Se miró los dedos y entonces lo comprendió todo.

Él era su amor platónico.

Siempre lo había sido.