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2.02.2011

pesadilla. pero real.

Respira...

Respira...

Cerré los ojos hincando las uñas en el colchón. Las 4:00 a.m. aproximadamente de un frío lunes de finales de enero.

Respira... respira de una maldita vez.

Los oídos estaban siendo bombardeados por el pulso arrítmico de un corazón excitado.
Uno, dos, tres, cuatro, cinco, seis, siete, ocho, nueve, diez.

Ni puto caso.

Más de ciento cincuenta pulsaciones por minuto.

Respira...

De pronto fui consciente de que tenía el pelo empapado de sudor, la cara mojada por lágrimas de terror y las sábanas arrugadas por la fuerza de mis manos. Temblores por el cuerpo. Mareos. Aliento en la oscuridad.

Y no cesaba. No cesaba y estaba sola, desnuda, acojonada, incapaz de ver otra cosa más allá de el puto bombeo de este puto corazón ansioso.

Escuché un gemido en la habitación de al lado. Mi abuela y los dolores de sus débiles y desgastados huesos. Mi abuela y mi abuelo. Un rostro deformado con ojos como canicas, abiertos como si fueran a salirse de las cuencas y la cabeza doblada hacia atrás.

Joder, voy a morir aquí y ahora.

Respira...

Me va a dar un infarto, ostia. Como a él, me lo va a dar.

Y entonces disminuyó.
Poco a poco. Apreté un dedo contra mi muñeca, y el pulso era casi normal.
Pensé en ella. En las pruebas correctas del hospital.


Me costó pero superé el miedo.


1 almas absorbidas:

Durch dijo...

Ostia, me gusta esta entrada. Para ser la primera en algún tiempo no se te ve nada oxidada.

Realmente me ha llegado :O